Recibido: 19 de Julio de 2024

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Aprobado: 19 de Agosto de 2024

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Cómo citar (APA, séptima edición):

Otaño Águila, A.S. (2024). EL eurocentrismo en el discurso de la modernidad. Ad Hoc. 5(13), 112 - 122.

resumen

El eurocentrismo en el discurso de filósofos modernos como Hegel, Kant, Marx y Engels revela una compleja jerarquía de pensamiento que no puede ser simplificada en una única categoría. Kant, en su obra, establece una jerarquía racial que posiciona a las razas no europeas en un estado de inferioridad, argumentando que su desarrollo es un proceso que debe seguir el modelo europeo. Hegel comparte esta perspectiva, despreciando a los amerindios como una raza inferior y justificando la superioridad europea sobre otros pueblos, considerándolos en un estado de “minoría de edad” cultural. Por otro lado, Marx presenta una evolución en su pensamiento eurocéntrico, inicialmente influenciado por su contexto social; pero más adelante su relación con Hegel le lleva a una crítica más profunda de la historia y la economía, aunque su enfoque sigue estando enraizado en una visión eurocéntrica del progreso. Engels, al igual que Hegel, sostiene que las culturas no europeas deben alcanzar el desarrollo europeo para salir de su supuesta inferioridad. Este análisis pone de relieve la necesidad de una perspectiva histórica que reconozca las diferencias contextuales entre estos pensadores y sus ideas, evitando la homogenización de sus discursos en el marco del eurocentrismo.

Palabras Clave: eurocentrismo, modernidad, filósofos modernos, discursos.

ABSTRACT

Eurocentrism in the discourse of modern philosophers such as Hegel, Kant, Marx and Engels reveals a complex hierarchy of thought that cannot be simplified into a single category. Kant, in his work, establishes a racial hierarchy that positions non-European races in a state of inferiority, arguing that their development is a process that must follow the European model. Hegel shares this perspective, despising Amerindians as an inferior race and justifying European superiority over other peoples, considering them in a state of cultural “minority of age”. On the other hand, Marx presents an evolution in his Eurocentric thinking. Initially influenced by his social context; but later on his relationship with Hegel leads him to a deeper critique of history and economics, although his approach remains rooted in a Eurocentric view of progress. Engels, like Hegel, argues that non-European cultures must attain European development in order to emerge from their supposed inferiority.

Keywords: eurocentrism, modernity, modern philosofer, speech.

introducción

El eurocentrismo representa una perspectiva de conocimiento elaborada sistemáticamente desde el siglo XV, en los inicios del proceso de conquista y colonización del llamado Nuevo Mundo, como expresión y parte del proceso de eurocentramiento del patrón de poder colonial/moderno/capitalista. Fue un proceso impuesto mundialmente y admitido en los siglos posteriores como la única y legítima racionalidad hegemónica. En este sentido, los valores y normas de la cultura europea occidental son considerados como superiores, contrastando con la supuesta barbarie y el primitivismo del resto del mundo (Dussel, 2000).

La colonización europea trajo aparejado el proceso de la colonialidad, donde todas las experiencias históricas, los recursos y productos culturales, terminaron articulados en torno a un solo orden cultural global que giraba alrededor de la hegemonía europea occidental. La pretensión eurocentrista de ser la exclusiva productora y protagonista de la modernidad, consideraba que toda modernización de poblaciones no europeas era, por lo tanto, una europeización (Dussel, 2000).

Los postulados en torno al eurocentrismo son recurrentes en varios pensadores de la modernidad; entendiéndola como el proceso histórico que rompe con los dogmas de la religión y antepone la razón sobre esta , haciendo referencia a cambios sociales, políticos y económicos que van entrelazados con el pensamiento de la época imponiendo la lógica y el razonamiento como principales fuentes de conocimiento (Fernandez, 2011). Su direccionalidad se enfoca hacia aquellas concepciones que asumen directa o indirectamente la superioridad humana, social, epistemológica o axiológica de Europa, para justificar las relaciones asimétricas de explotación y dominio, con el resto del mundo; siendo la nocion de eurocentrismo.

Mientras los europeos perpetraban genocidios contra los pueblos originarios, también desvalorizaron, humillaron e invisibilizaron sus manifestaciones religiosas, conocimientos, culturas y procesos de producción de saberes.

Al no conocer la validez de culturas diferentes a la europea, justificaron esta deslegitimación desde una perspectiva que buscaba imponer un nivel de razonamiento basado en sus propios métodos. Estos tradujo en un esfuerzo por encontrar similitudes que se ajustaron a sus estándares, desestimando así la riqueza y complejidad de las cosmovisiones indígenas.

Desde esta apariencia, la civilización moderna se autocomprendió como más desarrollada y superior. Dicha superioridad también implicaba el desarrollo de los más primitivos y bárbaros como una exigencia moral, y la violencia hacia estos últimos como parte de la praxis social moderna.

Varios autores encarnan estas concepciones eurocéntricas, desde Kant, Hegel hasta las concepciones de Marx y Engels. No obstante, es pertinente aclarar que todos los eurocentrismos no pueden ser colocados en una misma categoría. Ello precisa utilizar una perspectiva histórica y dialéctica, es decir, diferenciar del que justifica la desigualdad, la supremacía europea y la opresión, de otro que busca señalar al sujeto de un determinado movimiento social que guía el proceso histórico. Este último eurocentrismo converge en constatar que el capitalismo presupone la centralidad de un determinado sujeto para el enfrentamiento al capitalismo.

En esencia, es esclarecer la relación entre estos postulados eurocéntricos y los intereses prácticos que los sustentan, evaluando hasta qué punto reflejan ciertas dinámicas sociales específicas. Lo anterior se erige como un instrumento metodológico importante para la debida comprensión de las concepciones que sobre el objeto de estudio están contenidas en el pensamiento de Kant, Hegel, Marx y Engels. Dichos autores además de ser los principales representantes de este proceso histórico en que se desarrolla la investigación, son los creadores de un vasto aporte teórico y con una fuerte cantidad de seguidores de su época que continuaron la tradición de sus ideas.

El trabajo se traza, como objetivo general, analizar las concepciones eurocentristas presentes en el discurso de la modernidad, a través de un estudio critico de las obras de Kant, Hegel, Marx y Engels, con el fin de identificar sus implicaciones en la construcción de narrativas históricas y culturales.

desarrollo

El eurocentrismo de Kant en el contexto de la Ilustración

Immanuel Kant fue un filósofo que tuvo un enfoque jerárquico relacionado con las diferencias físicas, culturales y raciales entre los individuos. Según él, la raza blanca y europea son consideradas superiores, relacionando la perfección humana con el clima y las capacidades intelectuales y morales. En este sentido señala que:

“En los países cálidos el ser humano madura antes de todas maneras, pero no alcanza la perfección de las zonas templadas. La humanidad existe en su mayor perfección en la raza blanca. Los indios amarillos tienen una cantidad menor de talento. Los negros son inferiores y los más inferiores son parte de los pueblos americanos” (Kant, 1997, p. 231).

En el proceso de jerarquización de las razas que realiza Kant en su obra “Geografía Física” establece un orden para cada una de ellas:

Estos elementos están contenidos en la concepción sobre la supuesta inferioridad de los indios americanos: “Se trata de una raza demasiado débil para el trabajo duro, demasiado indolente para el trabajo perseverante e incapaz de toda cultura (…) un linaje apropiado de agricultores o jornaleros sedentarios” (Kant, 2016)

En sus postulados, la superioridad europea se basa en la supuesta superioridad moral, cultural e intelectual de los pueblos occidentales que, según él, han alcanzado un nivel más elevado de desarrollo que el resto de las culturas. Sostiene que los europeos han logrado superar las supersticiones y tradiciones irracionales y que esto los ha llevado a desarrollar un mayor grado de racionalidad.

En la visión de Kant, los hombres van abandonando poco a poco el estado de barbarie gracias a su propio esfuerzo hasta llegar a la madurez, de aquí lo que nos explica en una de sus obras:

“Ilustración significa abandono por parte del hombre de una minoría de edad cuyo responsable es el mismo. Esta minoría de edad significa la incapacidad para servirse de su entendimiento sin verse guiado por algún otro…Pereza y cobardía son las causas a merced a los cuales tantos hombres continúan siendo con gusto menores de edad…” (Kant, 2017, p.137).

Así, de acuerdo a sus postulados, para alcanzar la madurez era necesaria la educación, la legislación y la religión, excepto en los negros que, a su juicio, llevaban un proceso de entrenamiento. La Ilustración apegada al ideal europeo de la época, solo aumenta la idea de una división entre la supuesta “barbarie y la civilización,” dando una idea de moral que, aunque rige las leyes universales, está relacionada con la religión cristiana, diferente a la idea de los indios americanos.

Por tanto, el autor deja sentada la problemática con relación a si existe una moral en ellos, es decir, en los amerindios. Al respecto apunta:

“Una paciencia de una naturaleza especial es la que demuestran los indios de América, que cuando están acorralados arrojan sus armas, y sin implorar perdón, se dejan matar tranquilamente. ¿Hay aquí más valor que el que muestran los europeos, que en este caso se defienden hasta el último hombre? A mi paréceme ser meramente una vanidad de bárbaros, un asegurar a su tribu el honor de que su enemigo no haya podido obligarles a lamentarse y sollozar como prueba de su sumisión” (Kant, 2007, pp 380-381).

Una de las propuestas que presenta para el “mejoramiento” de estas culturas es el ataque directo:

“Así pues, dado el nivel cultural en el que se halla todavía el género humano, la guerra constituye un medio indispensable para seguir haciendo avanzar la cultura; y solo después de haberse consumado la cultura, podría sernos provechosa una paz perpetua…” (Kant, 2017, p.496).

Con tal afirmación, Kant relega la diversidad de formas de desarrollo cultural presentes en distintas sociedades alrededor del mundo. Su perspectiva eurocéntrica le impide reconocer que existen otras vías para el progreso cultural, que no necesariamente implica conflictos armados. Además, al considerar la guerra como motor de avance, subestima las consecuencias que puede ocasionar y refleja la supremacía occidental en su discurso.

La supremacía occidental en las concepciones de Hegel

Georg Wilhelm Friedrich Hegel, fue conocido por su obra filosófica que aborda la historia, la religión y la filosofía en general. Sin embargo, una de las facetas menos exploradas de su pensamiento es su postura eurocéntrica, reflejada en su percepción de varias culturas, especialmente de los pueblos americanos.

Hegel sostenía que los pueblos americanos eran inferiores a los europeos. Para él, “los amerindios carecían de la capacidad de racionalidad y libertad asociada a la cultura europea” (Hegel,2016, pg. 543-546).

En sus postulados es perceptible la consideración de la división del mundo en el Nuevo Mundo y el Viejo Mundo, irreconociendo la existencia de la racionalidad y la cultura americana antes de la llegada de los conquistadores. En este sentido destaca que:

“El mundo se divide en el Nuevo Mundo y en el Viejo Mundo. El nombre de Nuevo Mundo proviene del hecho de que América y Australia no han sido conocidas hasta hace poco por los europeos. Pero no se crea que la distinción es puramente externa. Aquí la división es esencial. Este mundo es nuevo no solo relativamente, sino absolutamente; lo es con respecto a todos sus caracteres propios, físicos y políticos (…)” (Hegel, 2016, p. 538).

La Europa de Hegel es la Europa germano-anglosajona del Norte, ya que el sur había dejado de ser la portadora del espíritu; entendiéndolo como la manifestación más alta y completa de la realidad, el motor que impulsa el desarrollo de la realidad y se manifiesta en diferentes formas y etapas a lo largo de la historia (Hegel, 1966). Por tanto, en relación con lo anterior plantea que “lo que ha tenido lugar en el “Nuevo Mundo” hasta el presente es solo un eco del “Viejo Mundo” (Hegel, 2016, p. 540). Esta expresión de “Nuevo Mundo” se interpreta como quien no tiene vida propia que representa solo un terreno geográfico que aún no define un futuro propio. Aquí llega a un punto en el que encuentra inferiores a los habitantes, las plantas e incluso los animales del llamado “Nuevo Mundo”.

La idea de que los pueblos americanos eran inferiores se basaba en una interpretación simplista y reduccionista de la diversidad cultural de América. Este pensador ignoraba la complejidad y diversidad de las sociedades indígenas que habían desarrollado sistemas políticos, económicos y culturales sofisticados, mucho antes de la llegada de los europeos.

En sus “Lecciones sobre la Historia Universal” trata la historia del devenir del pensamiento humano a través de la reconstrucción del recorrido que emprende el desarrollo del espíritu absoluto en la historia universal de la humanidad. Según este autor, la evolución del pensamiento a lo largo de la historia ha sido guiada por un movimiento que parte de Oriente hacia Occidente. Se considera que Asia representa el inicio de la historia del pensamiento y que su trayectoria culmina en Europa, específicamente en la región germánica.

En este esquema, se posiciona Europa como el centro del mundo. Así lo refleja en uno de sus análisis: “La historia universal es la expresión del proceso divino y absoluto del espíritu, en sus formas supremas; la exposición de la serie de fases a través de las cuales el espíritu alcanza su verdad, la conciencia de sí mismo” (Hegel, 2016, p. 205).

De igual forma, explica también el resultado de la autoconciencia del espíritu absoluto, que se manifiesta a través de la historia de la humanidad. Ese proceso es dialéctico, en el sentido de que cada etapa de la historia contiene en sí misma las contradicciones y tensiones que impulsan el desarrollo hacia una nueva síntesis.

Para Hegel (2016), “en la historia mundial de Oriente había algo de pensamiento, pero no desarrollado, sino que sus momentos se refieren más bien a la sensualidad y no tanto a la razón”. Para él , es Europa el centro y el fin de la historia, al punto de considerar al hombre europeo como “el más universal”.

En este orden de cosas, el autor relega a las grandes culturas y civilizaciones autónomas de América, como la mesoamericana e inca, a un papel secundario en el desarrollo de la historia universal. Contrariamente, otorga primacía a las civilizaciones de Asia como el comienzo inmaduro del espíritu absoluto, considerándolas como la prehistoria europea. Llega incluso a categorizar a los individuos de diferentes regiones del mundo de manera despectiva, considerando que “el negro no es susceptible de educación” y que los indígenas representan una conciencia natural y salvaje. Esta visión justifica, según Hegel, la colonización de las tierras y la supresión de culturas consideradas menores como las de México y Perú (Hegel, 2016).

Desde esta perspectiva, las culturas autóctonas se ven como inmaduras y en un estado infantil de desarrollo, lo que supuestamente justifica su desaparición ante el contacto con la supuesta ilustración europea. Esta mentalidad colonialista lo llevó a tratar a estas culturas como menores de edad, incapaces de auto gobernarse o desarrollarse por sí mismas. Por ello asevera:

“Cuando los jesuitas y los sacerdotes católicos quisieron habituar a los indígenas a la cultura y modalidad europea fueron a vivir entre ellos y les impusieron, como a menores de edad, las ocupaciones diarias, que ellos ejecutaban por respeto a la autoridad de los padres. Construyeron almacenes y educaron a los indígenas en la costumbre de utilizarlos y cuidar previsoramente del porvenir. Esta manera de tratarlos, es indudablemente, la más hábil y propia para elevarlos (…)” (Hegel, 2016, pg.546-547)

El proceso histórico de la conquista significó para Hegel la ruina y devastación de la cultura amerindia. Para él, dicha cultura era natural y, por tanto, tenía que perecer en el momento en el que el espíritu se encontrara con ella. Sus argumentos eurocéntricos se manifiestan en la manera de caracterizar a los pueblos latinoamericanos como impotentes en lo físico y en lo espiritual. Los cataloga como pueblos débiles y serviles, sin capacidad de educación, “viviendo como niños, que se limitan a existir, lejos de todo lo que signifique pensamientos y fines elevados.” (Hegel,2016, p 548).

Al igual que profirió respecto al continente africano, América carecía de interés histórico, cultural y epistemológico. Para Hegel, América era un continente de nostalgias, solo interesante “para los que están hastiados del museo histórico de la vieja Europa.” Más como país del porvenir no nos interesa pues el filósofo no hace profecías (Hegel, 2016, p.177).

Respecto al proceso de decadencia de estas culturas ocasionado por la barbarie colonial, Hegel considera que el declive de las naciones indígenas se atribuyó al contacto y al desplazamiento masivo. Estas naciones sucumbieron ante el poderío militar y el avance imparable del “espíritu de la civilización” frente a la impotencia del “salvaje”, esbozando que “por lo que a la raza humana se refiere, solo quedan pocos descendientes de los primeros americanos” (Hegel, 2016, p.543).

Este filósofo considera que la facultad de independencia es propia del europeo y también se ve representada en el criollo. Al criollo lo cataloga como una amenaza porque podría revelarse contra las colonias y crear un sentimiento de identidad nacional. Por tanto, a la subestimación persistente de la cultura amerindia y de los pueblos latinoamericanos en sentido general, debe ser agregada la preocupación que se genera en Hegel acerca de la posibilidad de la emancipación sobre el status colonial (Hegel, 2016).

Las concepciones eurocéntricas de Marx y Engels

El tratamiento del problema del eurocentrismo en Marx y Engels precisa, en primer término, de puntualizaciones generales en las que se encuentran insertados ambos autores, específicamente lo concerniente a las etapas en la evolución de la problemática.

La interpretación eurocéntrica de los fundadores del marxismo refleja una visión de la evolución lineal de estos países americanos, sustentándose en una lectura histórica teleológica, en contraposición a la construcción fragmentada que se le atribuye. El análisis de la perspectiva de Marx sobre la cuestión nacional revela varias fases diferenciadas. En este sentido la cuestión nacional esta influenciada por esta visión eurocéntrica, ya que las identidades nacionales suelen construirse en oposición a lo considerado como “otro” por el eurocentrismo. Asi, se generan discursos nacionalistas que buscan diferenciarse y afirmarse frente a la hegemonía cultural europea, pero que al mismo tiempo reproducen ciertos patrones de pensamiento eurocéntrico. Y el marxismo tiende a centrarse en la lucha de clases dentro de los países europeos, ignorando o minimizando las luchas de los pueblos colonizados o subyugados por Europa.

Estas etapas reflejan un contenido eurocéntrico en algunos postulados de ambos autores (Colectivo de autores,1972). En este sentido, es importante destacar los elementos esenciales que caracterizan las mismas.

Una primera etapa, aproximadamente alrededor de las décadas del cincuenta y setenta del siglo XIX, y que cierra con la culminación de la guerra de Crimea (1856). Aquí, ambos autores combinan el rechazo ético a las atrocidades del colonialismo con la justificación teórica del mismo. Los escritos sobre la dominación británica en la India, enuncian notablemente esta posición, apuntada por Marx. A juicio de Marx y Engels el capitalismo desarrollado de países como Inglaterra ejercía una influencia “civilizadora” sobre los “países bárbaros”, aún no capitalistas. (Colectivo de autores, 1972 ,pg. 23-26).

Dentro de la misma Europa, determinadas naciones eran para Marx y Engels las portadoras del progreso histórico, Engels dice “mientras que las demás no tenían otra misión que la de dejarse absorber por sus vecinos más poderosos” (Engels, 2011).

Alrededor del año 1856 se abre una nueva etapa en el pensamiento de Marx y Engels sobre el problema nacional y colonial, período que se extiende aproximadamente hasta la fundación de la Internacional (1864). Esta etapa constituye una fase de transición donde ambos autores, a pesar de la visión presentada en sus escritos centrados hasta el momento en Europa, comienzan a abrir su mirada hacia el mundo colonial o semicolonial. Sin embargo, en sus escritos sobre el tema en cuestión, prevalece, de forma general, la denuncia de los atropellos de las potencias y la reivindicación del derecho de resistencia contra los opresores extranjeros.(Marx, 1974). Un aspecto importante es que la mayor parte de los trabajos de Marx y Engels sobre el colonialismo se ubican en esta etapa, que, en cierta medida, coincide con la actividad intensa de ambos en el terreno periodístico.

Igualmente notable es la evolución del pensamiento de Marx con relación a la dominación británica en la India. Si bien para 1853 consideraba que dicha dominación “sentaba los fundamentos materiales de la sociedad occidental en Asia” (Marx, 1974, p. 19), en esta etapa cataloga como “experimentos económicos fallidos y realmente descabellados” (Marx, 1974, p.20), los utilizados por Gran Bretaña en la India.

En lo que respecta a las dos primeras etapas, puede apuntarse que dicha periodización coincide con las reflexiones de ambos autores sobre las problemáticas inherentes al continente americano. Ambos pasan de un respaldo categórico a la expansión norteamericana en la etapa entre 1847-1856, a la crítica de la misma en el periodo comprendido entre 1856 y 1861. A partir de estos años, Marx se opone resueltamente a la intervención anglo-franco-española a México, aunque sus enunciados en defensa de este país latinoamericano son útiles porque no reflejan la dimensión real del problema de la independencia y la autodeterminación de los pueblos (Colectivo de autores, 1972).

Igualmente, en el artículo sobre Bolívar, escrito en 1858, a pesar de la evolución de Marx sobre el problema colonial, aún se detecta su interconexión con la perspectiva hegeliana sobre la historia. Algunos aspectos de la propia personalidad de Bolívar lo indujeron a catalogarlo como “una especie de Napoleón III” (Marx, 2000), personaje con el cual Marx mostró un profundo desprecio. En este sentido, fueron omitidos aspectos importantes relacionados con el contexto latinoamericano que tienen que ver con la guerra independentista, el alcance de la abolición de la esclavitud, la situación de los indios y la actitud de las clases sociales ante la guerra independentista (Marx, 2000).

Es importante también referir la forma en que aparece tratado el tema de la esclavitud en Marx, planteada específicamente para el continente latinoamericano. Marx alude a dos tipos de esclavitud: la indirecta, refiriéndose al proletariado, explotado por los burgueses y la esclavitud directa, la de los negros esclavos. Al respecto señala que “La esclavitud directa es un pivote de nuestro industrialismo actual, al igual que las máquinas, el crédito, etc”(Marx, 1972, pg. 176).

A su juicio, la esclavitud era el componente que otorgaba valor a las colonias, eran estas las que habían originado el comercio mundial, siendo a su vez el comercio mundial la condición necesaria de la gran industria mecanizada. Marx le asignaba a la esclavitud en esta etapa el rango de categoría económica de gran importancia, sobre todo para superar la fase patriarcal y alcanzar el progreso (Marx, 1974).

Karl Marx entendía que el colonialismo era una necesidad tanto para el surgimiento y desarrollo del capitalismo en Europa como para superar las tendencias al estancamiento de las sociedades precapitalistas en las áreas “atrasadas”. La descripción del capitalismo como una necesidad histórica, debido a su carácter progresivo, se trasladó al análisis del hecho colonial, que era percibido como igualmente inevitable, a pesar de la crueldad que lo acompañaba (Marx, 1974).

El interés de Marx sobre formas de explotación fuera de Occidente también se refleja en el concepto “modo de producción asiático”, que lo trabajó durante la década del 50 del siglo XIX, para clasificar a países como China y la India, y que posteriormente desarrollaría en el primer borrador de El Capital; los Fundamentos de la crítica de la Economía Política

En El Capital Tomo I, aparecen importantes textos para corroborar esta idea. En el capítulo de la llamada “acumulación originaria,” el autor realiza una profunda crítica a Europa en su etapa de desposesión y conquista de las comunidades de la India, China, África y México; se plasma la imposibilidad de entender el capitalismo industrial, su origen pasado y su desarrollo sin la interacción centro-periferia. Como se demuestra en la siguiente cita:

“El descubrimiento de los yacimientos de oro y plata en América, el exterminio, la esclavización y el sepultamiento de las minas de la población aborigen, el comienzo de la conquista y el saqueo de las Indias Orientales, la conversión del continente africano en cazadero de esclavos negros: tales son los hechos que señalan los albores de la era de producción capitalista. Estos procesos idílicos representan otros tantos factores fundamentales en el movimiento de la acumulación originaria.” (Marx, 2002, p. 139)

Según Marx, la configuración de sistemas de producción entre naciones capitalistas y aquellas áreas sometidas a la colonización establecía relaciones internacionales basadas en la desigualdad, la coerción y el saqueo.

De esta manera aborda el tema desde tres perspectivas diferentes, situadas en distintos niveles:

Todo ello conduce al planteamiento de que, aunque el capitalismo tiene sus raíces en Europa y es aquí donde se produce su surgimiento, alcanzó carácter universal. Pero Marx no es el único que sostenía estas conceptualizaciones sobre otras culturas y realidades fuera del contexto europeo.

Friedrich Engels es una figura que también perfiló postulados eurocentristas. Una de las razones que sustenta esta afirmación es el hecho de que gran parte de su obra se centró en el análisis de la situación política y social de Europa, especialmente de Alemania, donde vivió la mayor parte de su vida. Si bien es cierto que también reflexionó sobre otras realidades sociales, como la situación de la clase trabajadora en Inglaterra o las luchas por la liberación nacional de países como Irlanda o Polonia, su enfoque principal siempre estuvo dirigido hacia Europa.

Además, tenía una visión marcadamente eurocentrista en términos culturales y políticos. En varias de sus obras, como “El origen de la familia, la propiedad privada y el Estado” o “El papel del trabajo en la transformación del mono en hombre”, desarrolla una teoría evolutiva que coloca a Europa y su desarrollo socioeconómico como el punto culminante de la historia de la humanidad:

“El rasgo característico del periodo de la barbarie es la domesticación y cría de animales y el cultivo de las plantas. Pues bien; el continente oriental, el llamado mundo antiguo, poseía casi todos los animales domesticables y todos los cereales propios de cultivo, menos uno; el continente occidental, América, no tenía más mamíferos domesticables que la llama, y uno solo de los cereales cultivables, pero el mejor, el maíz. En virtud de estas condiciones naturales diferentes, desde este momento la población de cada hemisferio se desarrolla de una manera particular…” (Engels, 2007, p. 59)

Por otro lado, también mostró una visión de inferioridad hacia los pueblos no europeos. En algunas de sus obras como por ejemplo en “Ludwig Feuerbach y el fin de la filosofía clásica alemana” asevera que la emancipación de los pueblos debería ser tutelada por los países europeos más avanzados. En este asentido apunta:

“Todavía hoy está generalizada entre los salvajes y entre los pueblos del estadio inferior de la barbarie la creencia de que las figuras humanas que se aparecen en sus sueños son almas que abandonan temporalmente sus cuerpos; y, por lo mismo hacen también al hombre de carne y hueso responsable por los actos que su imagen aparecida en sueños comete contra el que sueña. Así lo comprobó, por ejemplo, Imthum, en 1848, entre los indios de Guayana” (Engels, 1980, Capitulo II pie de página p. 434).

Después de la canonización del marxismo por la I y II Internacional, Engels sostuvo que el desarrollo del capitalismo en Europa Occidental era el modelo a seguir por los países “atrasados”. Rechazaba con esta idea la filosofía de la historia unilineal basada en la expansión capitalista, donde reconocía la potencialidad de la comuna rural rusa como vía no capitalista para el tránsito a una sociedad justa. Por esto es necesario considerar la obra en su conjunto, incluyendo sus textos tempranos y maduros.

conclusiones

Las ideas generales contenidas en estos autores expresan la visión de superioridad europeo-occidental y la prevalencia de la racionalidad hegemónica de la modernidad.

De acuerdo a estos postulados, la perspectiva histórica de los países atrasados debía seguir el carácter lineal del proceso histórico occidental.

En el caso de Kant, se percibe la superioridad de los pueblos europeos y el deber mo

ral de Europa para civilizarlos.

En el pensamiento de Hegel, la historia es vista como un proceso teleológico que culminaba en la civilización europea. Vio a Europa como el centro de la razón y el progreso, mientras las otras regiones del mundo, como Latinoamérica, estaban relegadas a etapas inferiores de desarrollo.

En los fundadores del marxismo, específicamente, el eurocentrismo fue la expresión de la centralidad de Europa en el surgimiento y desarrollo del capitalismo y en las potencialidades anticapitalistas del contexto histórico, Enfocándose en situar al sujeto de un determinado movimiento social en la perspectiva de ascenso de los movimientos revolucionarios contra el capitalismo. A pesar de que en ambos pensadores estas ideas evolucionan de acuerdo a las contingencias de los diferentes momentos históricos, es perceptible una subestimación inicial alrededor de la diferenciación cultural y geográfica que converge en afianzar el colonialismo como sinónimo de progreso.

referencias